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En compañía de las baladas de Gilbert O'Sullivan (naturalmente) |
Los holandeses están de suerte, ya que el
incombustible Gilbert O’Sullivan actuará hoy día 18 de junio en Amsterdam, el
19 en Enschede, y el 20 en Hertogenbosch. Ciudades que tendrán el privilegio de
escuchar su hasta ahora último trabajo, Gilbertville
(2011), sus hits y su reciente single dedicado a todas las madres del mundo: “Me Mum” (2013). El mercado europeo y sobre
todo el nipón, siguen ofreciendo su soporte a uno de los compositores irlandeses
más famosos. Y te preguntarás el porqué, pues sencillamente porque sus muchas
baladas han enamorado a miles y miles de mortales.
Todo
comenzó cuando O’Sullivan que entonces vivía con sus padres y hermanos en
Swindon (Gran Bretaña) escribió en 1969 al cantante, compositor y cazatalentos, Gordon Mills (Tom Jones,
Engelbert Humperdinck). A Mills no les gustó demasiado la apariencia demasiado
chaplinesca de Gilbert: pantalones cortos, grandes botas, gorra, chaleco, y un corte
de pelo como si le hubiesen colocado una cacerola y a continuación cortado el cabello
que asomaba por debajo de la misma. Sin embargo, sí que le encantó su bagaje
musical, y como era un zorro viejo en las lides de promoción, ofreció al mundo aquella
imagen de aquel tipo entre tímido y extrafalario, acompañado de un tema
inolvidable, “Nothing Rhymed” que alcanzó el nº 8 en U.K. A partir de ese
momento, el público simpatizó con O’Sullivan, enamorándose de la lírica de
aquella balada, a la que siguieron los éxitos, “Underneath The Blanket Go”, “We
Will”, y “No Matter How I Try”, todos ellos en 1971.
El triunfo
también le acompañó en 1972 con el bombazo “Alone Again (Naturally)”: nº 1 en
USA, y 3 en Gran Bretaña. Una canción instrospectiva en la que recuerda la
tristeza causada por la muerte de su padre. No obstante, muchas de las miles de
parejas que bailaron (lo siguen gaciendo) aquel tema, desconocían el significado
de la canción que creyeron que hablaba de un chico que había perdido un amor
(naturalmente). En noviembre de ese mismo año –coincidiendo con un cambio de
imagen en la que Gilbert con el cabello largo y cardado, solía también mostrar
su velludo pecho–, “Clair”, su nuevo single, alcanzó un rotundo número 1 en
Inglaterra. O’Sullivan escribió el tema inspirado por la hija pequeña de los
Mills, a la que ocasionalmente cuidaba en ausencia de éstos. Justo al año
siguiente, en noviembre de 1973, otro impacto en las listas británicas: “Why,
Oh Why, Oh Why” (nº 2), en la que narra el triste final de un matrimonio,
después de que uno de los cónyuges perdiera el interés por el otro. Y eso es lo
que ocurrió entre Gilbert y Gordon: el irlandés se había convertido en una
fábrica de éxitos millonarios de los que no percibió el porcentaje que debía.
Para que te hagas una idea, “Clair” vendió en pocas semanas más de medio millón
de unidades en U.K. alcanzando una suma de 600.000 libras, de las que Gilbert
solo cobró 21.000.
En 1977 el
cantante decidió separarse de Mills, a la vez que le llevó a los juzgados dos
años después en un intento de recobrar su libertad y obtener los masters de sus
grabaciones. Mientras tanto y con un par de lo que se tiene que tener en estos
casos, Gilbert prefirió no cantar ni registrar (sí que siguió escribiendo) ninguna
nueva canción. La justicia le dio la razón y en 1982 O’Sullivan recibió 7
millones de libras por royalties atrasados, y también el control de sus
canciones, lo que compensaba por fin el mísero contrato leonino que firmó con
Mills en 1969. Más animado (naturalmente), en 1980 volvió por la puerta grande
con su álbum Off Centre, del que se
extrajo el single “What’s in a Kiss” número 1 en España durante siete semanas
consecutivas.
Por
cierto, y hablando de nuestro país, pocos años antes del litigio entre
O’Sullivan y Mills, en septiembre de 1974, Gilbert recaló por primera vez en
Barcelona, y he aquí que un servidor (la primera actuación en su vida a la que
acudía, ver la entrada al lado de mi dibujo) acompañado de dos amigos del
barrio, tuvo la ocasión de escuharle en directo. Precedidos por lo que contaban
los periódicos de ese día acerca de su escueta y casi conflictiva (no le
gustaron algunas preguntas) rueda de prensa del día anterior, y de su reciente hit,
“A Woman’s Place” que sonaba insistentemente en las ondas, los tres amigos que nos acercamos al
Palacio Municipal de los Deportes, disfrutamos tanto del concierto como de la
compañía de las jovencitas que estaban a nuestro lado. O’Sullivan llegó, cantó
y triunfó. También bailó y besó a una afortunada joven del público, y después
de cantar por espacio de tan solo una hora (excusándose muy flematicamente de
que su voz ya no podía más) éxito tras éxito, finalizó con el “Get Down” con
todo el público en pie y bailando al compás de los acordes. Un recuerdo para mí
inolvidable que dentro de pocos meses cumplirá 39 años, y el cual dedico (naturalmente)
a todos los que leen y comentan aquí mis entradas y dibujos.
Juan Manuel Escrihuela, 18 junio 2013
Artículo y dibujo publicado en Facebook Lenoir
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