jueves, 28 de mayo de 2015



Se apagó la voz de Jesús Hermida


Mis primeros recuerdos televisivos se remontan al 22 de noviembre de 1963. 
Yo entonces tenía seis años y Enrique, mi hermano mayor, ocho. Hacía pocos meses que la televisión había llegado a nuestro hogar para nuestro deleite. Pero he aquí que aquella noche, nosotros (por nuestra edad) no alcanzamos a comprender el alcance de la terrible noticia del asesinato del presidente John F. Kennedy. Pero sí que intuimos que algo espantoso había ocurrido, ya que cuando mi padre llamó a los vecinos de rellano para que vieran la noticia en nuestra tele, los mismos se preguntaron qué iba a suceder entonces.

Pasaron los días, los meses y los años, y series americanas como ‘El fugitivo’, ‘La familia Adams’, ‘Rumbo a lo desconocido’, ‘La Familia Monsters’, ‘Embrujada’, y ‘Viaje al fondo del mar’, y algunas cuantas más, nos mantuvieron a mi hermano y a un servidor pegados y entretenidos a la tele; eso sí, después de haber merendado y realizado nuestras tareas escolares.  Y en 1968, el flequillo del entonces joven periodista Jesús Hermida que falleció hace unas semanas a los 77 años, comenzó a acompañarnos en sus crónicas y entrevistas desde Nueva York. 

El énfasis que proporcionaba a sus palabras y gestos pronto le hizo convertirse en un rostro famoso, a la vez que se le parodiaban sus –según algunos– exageradas (memorable las imitaciones de Martes y Trece) gestualidades. Pero no había noche que nos perdiéramos sus noticias. 

La madrugada –2:56– del 21 de julio de 1969, nuestro padre nos despertó para que viéramos un hito histórico: la llegada del hombre a la Luna. Mi hermano y yo asistimos boquiabiertos a las imágenes y la crónica que Jesús Hermida nos relató con su peculiar tono de voz. Y se nos quedaron grabadas las palabras que Neil Armstrong pronunció al pisar por primera vez el suelo lunar: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Mensaje que Hermida nos repitió con su emotiva narración de aquella epopeya. Aquella hazaña yanqui se nos quedó grabada en nuestras mentes, hasta que el paso del tiempo (por lo menos en mi caso) hizo que desconfiáramos de si aquella gesta tuvo lugar o no: cientos de teorías y ‘pruebas’ parecen señalar que todo se realizó en un plató televisivo. 

Pero, bueno, eso es tema para otro artículo, ahora solo me resta rendir homenaje a un estupendo periodista que marcó un antes y un después en la forma de relatar las noticias: gracias por brindarnos color a tus crónicas en unos tiempos en los que imperaba –y no nos importaba– el blanco y negro, y por acercarnos hasta nuestros hogares (y durante casi una década) los grandes acontecimientos políticos norteamericanos y otros más mundanos de esa misma sociedad. Y después aquí en radio y televisión seguiste haciéndonos participes de grandes historias contadas con tu maravillosa voz, acompañada de tu sonrisa y tu inolvidable flequillo. 

Descansa en paz, Jesús.

Texto y caricatura: Juan Manuel Escrihuela ®





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