domingo, 2 de septiembre de 1984

Marc Bolan (1ª parte)

Marc Bolan (Revista Rockdelux, 1984)




Artículo dedicado a la figura de Marc Bolan, con introducción a cargo de Miguel Ángel Arenas y artículo de Juan Manuel Escrihuela, aparecido en la revista Rockdelux, Septiembre 1984.



Hemos rescatado nuestros mejores modelos estilo Carnaby Street; los terciopelos y las sedes orientales nos llegan hasta los tobillos, y todo por este par de páginas dedicadas exclusivamente al tristemente desaparecido Marc Bolan, rey de los horteras en sus quince minutos de gloria e influyente maestro de los modernos de ahora mismo. 
En la introducción de este informe queda claro esto último, en cuanto al resto, es información de primera mano proporcionada por un «bolanita» con carnet del Club de Fans Oficial del Guerrero Eléctrico
A disfrutarlo.


Profeta visionario, sabio, ángel del tiempo
Prácticamente todos los grupos ingleses que regularmente visitan Rock Ola coinciden en una cosa, en pedirle a Pepo –el disc-jockey– que pinche a Kraftwerk y a Marc Bolan

El paso del tiempo y sobre todo, su muerte en 1977 –el año del punk– han consagrado a Marc Bolan, los jóvenes por jóvenes y los viejos por viejos porque dicen que lo vivieron, a todo el mundo le gusta y nadie se avergüenza de confesarlo, porque al fin y al cabo hace poco que la época Bolan pasó y no se peca de snobismo por lo antiguo; además los jovencísimos fans de Bolan son los componentes de los grupos de ahora mismo.

Cuando empezaron a caminar David Jones y Marc Bolan, juntos, pasaron, por los modas de la época, influenciados por el folk norteamericano, fueron cantautores hijos de la generación beat, después fueron hippies. Pero hippies como los de ahora que no son nada más que patéticos restos desaliñados de lo que originariamente fue un movimiento pleno de colorido y esplendor. Los hippies originales nada tienen que ver con esos desagradables seres zarapastrosos que ahora pululan por las calles pidiendo duros, los hippies londinenses de la época de Bowie y Bolan se vestían con sedas y eran en extremo cuidadosos con su aspecto –para que te hagas una idea no hace falta que consultes fotos antiguas, mira simplemente a los Mecano–; además el rock ya había dejado de ser patrimonio de palurdos –tipo Presley– y los componentes de los grupos modernos tenían conciencia artística suficiente como para codearse con los creadores de otros campos, poetas, escritores, modistos y artistas en general. Y es bien conocido que en estos oficios especiales la moral siempre ha sido más relajada, y la sensualidad está más a flor de piel, menos disimulada, con Marc Bolan esta nueva sociedad más permisiva tuvo un símbolo en el que reflejarse, un símbolo equívoco sexualmente que representó no al andrógino, como muchos erróneamente sostienen, sino al nuevo concepto de persona de los tiempos modernos, personas que asumen–-la ejerciten o no– su ambisexualidad. 

Los hippies de la época dorada fueron los primeros que traspasaron los tradicionales roles sexuales judeo-cristianos que empujan al hombre a ser muy macho y a la mujer a ser una cursi. Las actuaciones de Marc Bolan eran tan descaradas como las palabras de Bowie confesándose gay. El pelo largo, negro y ensortijado, ojos maquillados y siempre provocadoramente semi-entornados –mirada patentada por Marlene Dietrich y Lauren Bacall–, capas, pieles de tigre, glamour mezcla de Hollywood y las cortes europeas, modelos de príncipe y princesa de cuentos de hada, una fantasía de ácido, un cóctel sensual, hedonista y explosivo que, aunque en su momento fue tachado de hortera, se ha cobrado su razón con... el paso del tiempo. Porque Bolan no sólo era una imagen, tenía talento y sensibilidad como músico y como poeta, su aspecto era estrafalario pero sin chirriar, porque era de verdad, representaba algo que todos poseemos y amamos en la infancia y que después nos obligan a desterrar: la fantasía.


Miguel Ángel Arenas




(Próxima entrega, el artículo a cargo de Juan Manuel Escrihuela)





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